Como cada año, miles de fieles sanjuaninos participan de la tradicional cabalgata hacia el paraje de la Difunta Correa en Vallecito, en un acto de fe profundamente arraigado en la cultura popular de la provincia. Sin embargo, detrás de la devoción y la emotividad del recorrido, crece una preocupación que no puede seguir siendo ignorada: el uso de caballos en condiciones extremas durante la travesía.
La cabalgata, que recorre decenas de kilómetros a lo largo de rutas, se convierte para muchos animales en una experiencia agotadora y, en algunos casos, mortal. En los últimos años se han documentado casos de caballos que colapsan por deshidratación, exceso de peso o simplemente por no estar en condiciones físicas para afrontar semejante esfuerzo. A pesar de ello, la organización y los controles veterinarios continúan siendo insuficientes.
Desde organizaciones proteccionistas de San Juan advierten que muchos de los equinos utilizados son animales viejos, desnutridos o mal cuidados, y que no existe una fiscalización efectiva sobre el estado en que participan. A esto se suma el estrés que padecen al ser sometidos a largas jornadas de calor, ruido y aglomeraciones, muchas veces sin descanso ni hidratación adecuada.
“Esto no es tradición, es maltrato”, sostienen desde agrupaciones locales como “Amigos de los Animales”, quienes año tras año piden que se limite o directamente se prohíba el uso de caballos en la cabalgata, reemplazándolos por alternativas modernas, como vehículos o caminatas. Incluso muchos fieles ya optan por peregrinar a pie o en bicicleta, demostrando que la fe no necesita del sufrimiento de ningún ser vivo.
La devoción a la Difunta Correa, figura venerada por su imagen de sacrificio y protección, merece ser celebrada con respeto por todos los seres que forman parte del entorno. Es hora de preguntarnos si seguir exponiendo animales al sufrimiento en nombre de la tradición es coherente con los valores de fe, compasión y solidaridad que supuestamente se homenajean.